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Llevan a niño a hospital creyendo que tenía leucemia, pero era exceso de leche

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“La buena noticia es que mi  hijo no tiene leucemia”, así inició el relato Laura Donovan, madre de Johnny, un bebé que tenía preocupado a los médicos, quienes debido a la palidez del menor, no descartaron la posibilidad de que tuviera cáncer en la sangre.

Afortunadamente, los pediatras se dieron cuenta que su aspecto físico no se debía a ninguna enfermedad, sino que era más bien porque estaba tomando demasiada leche de vaca. “Durante un chequeo reciente, el médico expresó su gran preocupación por la tez pálida de Johnny”, dijo Laura. La mujer siempre le atribuyó su aspecto físico a vivir en el noroeste del Pacífico y a “ser el producto de dos padres muy irlandeses”.

Sin embargo, el doctor no veía normal que el niño fuese tan pálido y tenían miedo de que tuviera leucemia, una enfermedad que sorprendió a la familia, pues ellos no veían que el bebé de dos años estuviera tan mal. Luego de realizarle varios estudios, todo apuntaba a que tenía deficiencia de hierro. De hecho, el primer diagnóstico concluía que Johnny tenía una anemia severa y que había desarrollado un soplo cardíaco.

“Su nivel de hemoglobina estaba entre 4,5 y 5,6; el rango normal para un niño de 2 años era de 10,9 a 15”, explicó Laura. Todo se debía a que Johnny estaba bebiendo un litro de leche por día y lo recomendable para un niño de dos años es tomar alrededor de 480 ml y 720 ml. Es decir, que el bebé estaba tomando casi el doble de la cantidad recomendada.

Ahora bien, era el exceso de leche lo que no estaba permitiendo que el hijo de Laura pudiera absorber el hierro con facilidad, por esto, el niño estaba sintiendo agotamiento, irritabilidad, latidos cardíacos acelerados, falta de apetito, dificultad para respirar y mareos. Como era de esperarse, los doctores le realizaron a Johnny una transfusión de sangre y estuvo tomando suplementos de hierro.

Finalmente, la madre de Jhonny, aseguró que el hematólogo les dijo que cada cuerpo es distinto y las reacciones a las recuperaciones también. Y aunque para el menor fue una época difícil debido a el exceso de leche que tenía en su organismo, éste se recuperó del soplo cardíaco y la anemia en un mes y medio.

“Ahora tiene la voluntad y la energía para comer, sonríe a todos los que ve y se despierta hablando ansiosamente con sus animales de peluche, un marcado contraste con cuando comenzaba y terminaba sus días llorando. Por primera vez en su pequeña vida, siento que finalmente estoy conociendo al verdadero Johnny”, finalizó Laura.

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Daniela López González
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