12 años de la elección del papa Francisco
El sumo pontífice llega a su doceavo aniversario en el papado, enfrentando una compleja situación de salud

El 13 de marzo de 2013, el mundo fue testigo de un momento histórico: Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, fue elegido Sumo Pontífice en el segundo día del cónclave tras la renuncia de Benedicto XVI. Con su elección, se convirtió en el primer Papa latinoamericano, el primer jesuita en asumir el cargo y el primer pontífice en tomar el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís, símbolo de la humildad y el compromiso con los más necesitados.
Desde el inicio de su pontificado, Francisco ha impulsado una Iglesia más cercana, austera y comprometida con la justicia social. Su énfasis en la misericordia, el diálogo interreligioso y la reforma de la Curia Romana ha sido clave en su liderazgo. Además, ha puesto especial atención en temas como la crisis climática, la migración y la lucha contra los abusos dentro de la Iglesia. Su encíclica Laudato Si’, publicada en 2015, es una de las más influyentes en el ámbito medioambiental y ha sido un llamado urgente a cuidar la «casa común».
Los desafíos internos del pontificado del papa Francisco
A lo largo de estos doce años, su pontificado ha estado marcado por desafíos internos y externos. Su enfoque reformista ha encontrado resistencias dentro del Vaticano, mientras que su papel en temas políticos y sociales ha generado tanto apoyo como críticas. No obstante, su cercanía con los fieles, su estilo directo y su visión pastoral han hecho que siga siendo una de las figuras más influyentes del mundo.
Este aniversario llega en un momento complejo para Francisco, ya que enfrenta problemas de salud que lo han mantenido bajo tratamiento médico en las últimas semanas. A pesar de esto, continúa con su agenda, participando en actividades espirituales y manteniendo su compromiso con la Iglesia.
A sus 87 años, el Papa sigue llevando adelante su misión con determinación, destacándose como un líder que ha buscado renovar la Iglesia sin perder su esencia espiritual. Su pontificado, lleno de gestos simbólicos y decisiones trascendentales, sigue dejando una huella imborrable en la historia del catolicismo.