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“La relación bilateral ha estado más tensa que nunca”

Qué hay detrás del mensaje del embajador de EE. UU. sobre el Gobierno Petro

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“La relación bilateral ha estado más tensa que nunca”.
Con esa frase, el embajador de Estados Unidos en Colombia, John McNamara, encendió las alarmas en Bogotá y en Washington. No es una frase cualquiera, ni un comentario suelto. Habla de una relación que por décadas fue vista como casi automática y hoy está llena de choques, reclamos públicos y desconfianza.

Cuando se habla de “relación bilateral” se habla, en sencillo, de todo lo que une a dos países: visas, comercio, cooperación militar, apoyo en medioambiente, becas, inversiones. Lo que pase entre Washington y el Gobierno de Gustavo Petro toca la vida diaria de estudiantes, empresarios, campesinos y migrantes.

La relación no está rota. No hay ruptura diplomática, ni cierre de embajadas, ni nada parecido. Pero la frase de McNamara refleja algo claro: el tono cambió, los roces se volvieron frecuentes y ya nadie da por sentado que Colombia será siempre el aliado más dócil de Estados Unidos en la región.

Cómo llegamos a una relación «más tensa que nunca» entre EE. UU. y el Gobierno Petro

La historia reciente entre Bogotá y Washington se puede contar como una serie de giros de tono desde la llegada de Gustavo Petro al poder en 2022. No es una pelea aislada ni un malentendido puntual. Es un cambio de guion en una relación que llevaba años funcionando casi en automático.

De aliados históricos a socios incómodos: el giro con la llegada de Gustavo Petro

Durante dos décadas, Colombia fue el “aliado ejemplar” de Estados Unidos en la región. El Plan Colombia, la lucha contra las drogas, la extradición de capos y la cooperación militar marcaron la agenda. El lenguaje era parecido, las prioridades también y los gobiernos hablaban de “alianza estratégica” sin matices.

Con la llegada de Petro, el primer presidente de izquierda elegido en Colombia, el libreto cambió. El nuevo gobierno empezó a hablar de “paz total”, transformación del modelo de lucha contra las drogas y de una postura más independiente frente a las grandes potencias.

La Casa de Nariño puso sobre la mesa temas como:

  • Menos fumigación con glifosato y más sustitución de cultivos.
  • Lee también:
  • Mayor énfasis en salud pública para tratar el consumo de drogas.
  • Diálogo con grupos armados ilegales como parte de una paz más amplia.

Para un sector de la opinión pública en Estados Unidos, Colombia dejó de ser “el alumno ejemplar” y pasó a ser “el socio incómodo” que cuestiona recetas que antes aceptaba sin tanto ruido. En Colombia, en cambio, muchos vieron este giro como una apuesta de soberanía, aunque con costos en la relación con Washington.

Choques sobre drogas, paz total y seguridad: los primeros puntos de fricción

Los primeros choques llegaron por el corazón de la agenda tradicional: drogas y seguridad. Mientras el Gobierno Petro hablaba de una “nueva política de drogas”, más cercana a la salud pública y a la regulación, en Washington crecían las dudas sobre el efecto real en el terreno.

El fin de la fumigación con glifosato, el ritmo irregular de erradicación y las conversaciones con grupos armados generaron preocupación en sectores del Congreso de Estados Unidos. El temor era claro: que aumentaran los cultivos de coca y con ellos el tráfico hacia territorio estadounidense.

De lado y lado hubo declaraciones que tensaron la cuerda. Voces en Estados Unidos hablaron de “retrocesos” en la lucha antidrogas, mientras en Colombia se criticó la “guerra contra las drogas” clásica como un fracaso. Al mismo tiempo, las visitas de altos funcionarios de ambos países trataron de mantener la cooperación técnica y los recursos de ayuda, aun en medio de las diferencias.

La sensación en la opinión pública colombiana empezó a cambiar. Lo que antes se veía como una alianza automática, ahora parecía una negociación constante, con reproches públicos y gestos de desconfianza.

Gaza, Ucrania y Venezuela: la política exterior de Petro que incomoda a Washington

A los choques internos se sumaron los externos. La forma en que Petro se ha expresado sobre Gaza, Ucrania y Venezuela no encaja con la postura clásica de Estados Unidos ni con la de varios aliados europeos.

En redes sociales y discursos, Petro ha sido muy crítico con la ofensiva de Israel en Gaza y con el rol de la OTAN. También ha cuestionado de forma fuerte la respuesta de Occidente ante la invasión rusa a Ucrania. Para muchos en Washington, estos mensajes se leen como un distanciamiento de la línea que Colombia solía tener en política exterior.

La relación con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela también marcó un quiebre. Mientras antes Bogotá mantenía una postura de presión y distancia, con Petro hubo acercamientos, reapertura de frontera y diálogo directo con Caracas. En Estados Unidos, donde Maduro sigue visto como un régimen autoritario, esa cercanía despierta suspicacia.

Todo esto no rompe la relación, pero sí afecta el clima. En los pasillos del poder en Washington se instaló la idea de que Colombia ya no es un aliado automático, sino un país que quiere tomar posiciones propias, incluso si chocan con las de Estados Unidos.

Qué quiso decir John McNamara cuando habló de una relación bilateral «más tensa que nunca»

Aquí entra en escena la frase de McNamara. No es normal que un embajador describa una relación como “más tensa que nunca”. La diplomacia suele usar palabras suaves, casi acolchadas. Cuando un embajador rompe ese guion, está enviando un mensaje calculado.

Quién es John McNamara y por qué sus palabras pesan tanto

John McNamara es un diplomático de carrera, con años de experiencia en temas de América Latina. Como embajador de Estados Unidos en Colombia, es la cara visible de la política de Washington en Bogotá, pero también es el principal canal para contarle a su gobierno lo que pasa en el país.

Para un lector joven, se puede resumir así: un embajador es el representante oficial de un país ante otro. Habla con el presidente, con ministros, con congresistas, con empresarios. Participa en acuerdos, maneja crisis y ayuda a mover ayudas económicas o proyectos de cooperación.

Por eso, cuando McNamara dice que la relación está “más tensa que nunca”, los noticieros lo ponen en titulares, los analistas lo comentan y los gobiernos se sienten llamados a responder. No está dando una opinión personal al azar, está transmitiendo una preocupación que también se mueve en el Departamento de Estado y en el Congreso estadounidense.

El contexto de la frase: qué pasaba en la relación cuando habló de «tensión máxima»

La frase de McNamara no apareció en el vacío. Llegó después de varios episodios acumulados entre críticas públicas de Petro a Estados Unidos, debates sobre la cooperación antidrogas y roces por temas regionales como Venezuela y Gaza.

En las semanas previas, se habían mezclado:

  • Declaraciones fuertes del presidente colombiano sobre la política exterior de Estados Unidos.
  • Señales de incomodidad desde Washington por la política de drogas y por el manejo de la seguridad interna.
  • Discusiones sobre el futuro de algunos programas de cooperación y sobre recursos aprobados por el Congreso estadounidense.

En ese ambiente cargado, el embajador usó la expresión “más tensa que nunca” en una intervención pública que buscaba, al mismo tiempo, advertir y presionar. Advertir a Bogotá sobre el nivel real de molestia que se siente en Washington y presionar a ambos gobiernos para que se sienten con urgencia a aclarar el rumbo de la relación.

Traducción al lenguaje claro: qué problemas específicos ve Washington con el Gobierno Petro

Cuando McNamara habla de “tensión”, en el fondo está señalando problemas concretos que Washington ve en la relación con el Gobierno Petro:

  • Seguridad y drogas: dudas sobre la efectividad de la nueva política de drogas y temor a que el crimen organizado gane terreno en regiones donde el Estado no llega con fuerza.
  • Confianza en la cooperación: preguntas sobre qué pasará con acuerdos firmados hace años y si los compromisos que se asumen hoy se van a mantener en el tiempo.
  • Declaraciones públicas: molestia por trinos, discursos y entrevistas en las que el presidente y algunos ministros critican de forma dura a Estados Unidos o a sus aliados.
  • Economía y reglas de juego: preocupación de empresas estadounidenses por cambios en regulaciones, reformas y el ambiente para la inversión.

Nada de esto implica que se hayan cortado visas o ayudas de manera masiva, pero sí puede influir en decisiones futuras. Una relación fría puede hacer que haya más filtros para aprobar ciertos tipos de visa, que se traben nuevos proyectos de cooperación o que empresas piensen dos veces antes de ampliar inversiones.

Para el ciudadano de a pie, la frase del embajador es un aviso: si la tensión sigue subiendo, algunos de estos temas pueden volverse más difíciles.

Qué puede pasar ahora: riesgos, oportunidades y lo que le interesa a la gente de a pie

La pregunta clave no es solo qué tan tensa está la relación, sino qué viene después. Ahí se juegan cosas muy concretas para Colombia y para los colombianos.

Impacto en visas, comercio y cooperación: lo que sí podría cambiar para Colombia

Una relación más fría entre Colombia y Estados Unidos puede sentirse en varios frentes:

  • Visas y becas: no significa que dejarán de dar visas, pero puede haber más controles, tiempos más largos o menos cupos en algunos programas de intercambio y estudio.
  • Comercio: Estados Unidos es uno de los principales destinos de las exportaciones colombianas. Si el ambiente político se daña, se hace más difícil avanzar en mejorar accesos, revisar aranceles o impulsar nuevos sectores.
  • Cooperación en seguridad: policías y militares colombianos llevan años recibiendo apoyo, entrenamiento y tecnología de Estados Unidos. Una tensión prolongada puede recortar parte de esos programas o cambiar sus prioridades.
  • Proyectos sociales y ambientales: muchos programas en regiones rurales, que apoyan sustitución de cultivos, protección de selvas y programas para jóvenes, dependen de fondos de cooperación estadounidense.

También hay que poner las cosas en su justa medida. Las relaciones entre Estados cambian despacio y con muchos filtros. No todo se define por una frase, ni todo cambia de un día para otro. Por eso el diálogo y los canales diplomáticos se vuelven clave para cuidar lo que ya funciona.

¿Es posible bajar la tensión? Escenarios de diálogo y puntos en los que aún hay acuerdo

A pesar de los choques, todavía hay varios temas en los que Colombia y Estados Unidos pueden remar para el mismo lado. Ahí hay espacio para bajar el tono y reconstruir confianza.

Entre esos puntos en común están:

  • Cambio climático y transición energética, donde Colombia tiene un potencial enorme y Estados Unidos interés en apoyar.
  • Implementación del Acuerdo de Paz, con recursos y acompañamiento internacional ya en marcha.
  • Migración venezolana, que golpea sobre todo a Colombia y que preocupa también a Washington.
  • Lucha contra el crimen organizado, que afecta a ambos países y requiere coordinación real, más allá de los discursos.

Para que la tensión baje, se necesitan pasos concretos: mesas técnicas que avancen en temas sensibles como drogas y seguridad, visitas oficiales con mensajes claros, menos confrontación en redes y más conversaciones discretas. No es una tarea rápida, pero tampoco imposible.

Al final, ambos países tienen más que perder que ganar en una pelea larga.

Margarita Martinez

Margarita Martínez es enfermera y redactora apasionada por el bienestar. Escribe sobre temas de estilo de vida, adolescencia y salud, combinando su experiencia clínica con una mirada cercana y humana.

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