Las 20 palabras que más se usaron en Colombia en 2025
En el terreno del orden público, palabras como drones comenzaron a generar inquietud. Estos dispositivos, usualmente ligados a innovación y tecnología, fueron mencionados reiteradamente por su uso en ataques contra la Fuerza Pública.

El año 2025 no solo estuvo marcado por hechos políticos, crisis de seguridad y debates sociales, sino también por un conjunto de palabras que se repitieron con fuerza en titulares, discursos oficiales, redes sociales y conversaciones cotidianas. En Colombia, el lenguaje terminó convirtiéndose en un termómetro de la coyuntura nacional, muy distinto a las tendencias globales dominadas por términos digitales o culturales.
Uno de los conceptos que más se instaló en el imaginario colectivo fue Ungrd. Aunque corresponde a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, su sigla dejó de asociarse a la atención de emergencias para convertirse en referencia obligada de uno de los escándalos de corrupción más delicados del actual gobierno. El nombre de la entidad pasó a representar una crisis de confianza institucional.
En el terreno del orden público, palabras como drones comenzaron a generar inquietud. Estos dispositivos, usualmente ligados a innovación y tecnología, fueron mencionados reiteradamente por su uso en ataques contra la Fuerza Pública. Algo similar ocurrió con Catatumbo, una región históricamente compleja que volvió a ocupar titulares por la intensificación de la violencia y el dominio de economías ilegales.
El discurso político fue protagonista
El discurso político también aportó términos polémicos. La expresión “guerra a muerte”, evocada en varios escenarios por el presidente Gustavo Petro, despertó debate por su carga histórica y simbólica. En paralelo, Gripen ingresó al vocabulario nacional tras el anuncio de la posible adquisición de estos aviones de combate suecos, una decisión que abrió cuestionamientos sobre gasto público y defensa.
Desde la agenda internacional, la sigla OFAC se volvió recurrente por las versiones sobre la inclusión del mandatario colombiano y personas cercanas a él en la conocida Lista Clinton de Estados Unidos. En escenarios multilaterales, el término genocidio cobró relevancia tras la postura asumida por Colombia frente a la situación en la Franja de Gaza.
La violencia política volvió a poner sobre la mesa palabras de alto impacto. Magnicidio se convirtió en un término habitual tras el asesinato del senador y precandidato Miguel Uribe Turbay, un hecho que estremeció al país. En ese mismo contexto, el nombre San Chárbel apareció con frecuencia, ligado a la fe de la familia del dirigente durante su atención médica.
La economía aportó su propio vocabulario. Arancel fue protagonista en debates sobre comercio exterior y relaciones con Estados Unidos, mientras que vigencias futuras reapareció en discusiones sobre grandes proyectos de infraestructura, como el dragado del canal de acceso al puerto de Barranquilla. A esto se sumó Bre-B, el sistema de pagos inmediatos que transformó las transacciones financieras diarias de millones de colombianos.
En salud, la sigla UPC se mantuvo en el centro del debate por la crisis del sistema y la financiación de las EPS. En contraste, talio, un elemento químico poco conocido, se volvió tristemente famoso tras un caso de envenenamiento que conmocionó a la opinión pública.
El avance del Metro de Bogotá también dejó su huella lingüística con los pilotes, piezas clave del viaducto que simbolizan tanto el progreso de la obra como las discusiones técnicas y políticas que la rodean.
Las tendencias culturales y sociales no se quedaron atrás. Palabras como aesthetic se popularizaron entre jóvenes e influenciadores, mientras que incels comenzó a ser analizado tras el impacto de series y debates sobre violencia y masculinidades. Incluso la gastronomía tuvo su espacio con la lechona, que pasó del orgullo culinario a la polémica por cifras oficiales que desataron burlas en redes.
Finalmente, conceptos como género fluido y cuántico reflejaron transformaciones y controversias en el debate público. El primero, ligado a discusiones sobre identidad y paridad en el Gobierno; el segundo, presente de manera reiterada en las explicaciones del presidente Petro sobre ciencia, política y sociedad.




