Tragedia en Colombia: ultimaron a toda una familia cuando volvían de la novena
El episodio ocurrió en un tramo solitario entre Morrison y Los Ángeles, donde hombres armados interceptaron una motocicleta y abrieron fuego sin piedad.
El horror volvió a recorrer los caminos rurales del sur del Cesar tras un ataque armado que apagó la vida de tres miembros de una misma familia en el municipio de Río de Oro, un hecho que ha estremecido a la comunidad y reavivado el temor por el avance de los grupos ilegales en la zona.
El episodio ocurrió en un tramo solitario entre Morrison y Los Ángeles, donde hombres armados interceptaron una motocicleta y abrieron fuego sin piedad. En el lugar quedaron Anderson Rocha Núñez, su compañera Yeraldin García y su hija Kendry Melissa, de apenas 12 años. En medio del pánico y los disparos, una niña de cuatro años logró salvarse al esconderse, convirtiéndose en la única sobreviviente del ataque.
¿Una lucha por el control territorial?
Para las autoridades, el hecho estaría ligado a la lucha violenta por el control del territorio entre estructuras armadas ilegales que se disputan esta franja del departamento. El coronel Rodrigo Manrique Gómez, subcomandante de la Policía del Cesar, afirmó que “estos hechos estarían relacionados con disputas territoriales entre grupos armados ilegales que tienen injerencia en la zona”, e hizo un llamado urgente a la ciudadanía para aportar información que permita esclarecer lo ocurrido, garantizando absoluta reserva a través de la línea 314-358-7212.
La tragedia no tomó por sorpresa a los organismos de derechos humanos. La Defensoría del Pueblo ya había advertido que Río de Oro enfrenta un escentragdario crítico, marcado por la imposición de reglas ilegales y el control social ejercido por actores armados. Alertas tempranas emitidas en 2024 y 2025 señalan que la población civil permanece atrapada en medio de una confrontación que no da tregua.
De acuerdo con Indepaz, en esta región operan estructuras como el Frente 33 del EMBF, el ELN, Los Pelusos y bandas locales, cuya presencia ha convertido los caminos rurales en corredores de miedo. Mientras avanzan las investigaciones, el clamor de la comunidad es uno solo: que este hecho no quede en la impunidad y que la violencia deje de cebarse con familias inocentes.





