Niños perdidos en la selva: General Pedro Arnulfo Sánchez reveló impactante dato
Las labores de búsqueda por tierra se complementan con las aéreas

La Operación Esperanza, para rescatar a los cuatro niños perdidos en la selva del Caquetá desde el pasado 1 de mayo, está bien encaminada ante el hallazgo de nuevas pruebas de supervivencia, así lo confirmó el Brigadier General Pedro Arnulfo Sánchez Suárez, comandante Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Militares.
“Creemos que hemos pasado a unos 200 o 300 metros de ellos. Hemos encontrado evidencias y hemos corroborado con los GPS, como cuando hallamos los dos pañales, uno usado, que pasamos a cerca de 100 metros de ellos. Pero es que allí a 20 metros ya no se ve nada”, dijo el general Sánchez.
El oficial reveló en diálogo con Colombia Hoy Radio que encontraron nuevas pruebas de su supervivencia, como huellas, y que constatan que cambiaron de rumbo hacia el norte.
“Sí, encontramos recientes huellas, con el trabajo de nuestras comunidades indígenas y nuestros comandos. Creemos que estamos muy cerca. Hay un caño El Arará, que desemboca en el río Ariari, hacia el norte; y hacia el suroccidente otros afluentes que desembocan en el río San Jorge. La probabilidad más alta es que fueran hacia el río San Jorge; allí no hay comunidades, es una zona totalmente virgen. Creemos que cambiaron de rumbo hacia el norte y al oriente y los indicios nos dicen que irían hacia el río Apaporis. Así se achica la búsqueda con nuestros 119 comandos y 72 indígenas”, agregó.

Presencia de serpientes y depredadores
Añadió que los niños se siguen moviendo en una región tan extensa, en kilómetros cuadrados, como ir hasta Quito, Ecuador y devolverse, por instinto de supervivencia, ya que es una zona con presencia de animales peligrosos, como serpientes y depredadores.
“Nuestros hombres han recorrido 1.250 kilómetros, que es como ir de Bogotá hasta Quito y regresar hasta Pasto. Nuestros hombres no se cansan, no en su corazón ni en su alma”, dijo.
Acciones por aire y tierra
Las labores de búsqueda por tierra se complementan con las aéreas. Ese esfuerzo se aúna a la capacidad aérea con perifoneo, distribución de volantes y kits de supervivencia. También se desplegaron aeronaves que detectan calor y otras más que toman fotografías de 30 centímetros a nivel del suelo y satélites que contribuyen con generar información de calidad y de primera mano.
“No vamos a terminar esta operación hasta que la terminemos o hasta que la lógica lo diga. Ellos están vivos; si estuviesen muertos hubiese sido más fácil encontrarlos porque estarían estáticos y los caninos de la búsqueda los hubiesen detectado por olores”, remarcó.