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Esta bebida, muy consumida en Colombia, es el primer riesgo de cáncer

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En Colombia, compartir una bebida es parte de casi todos los encuentros sociales y reuniones familiares. Los colombianos aman desde el tinto mañanero hasta la gaseosa en el almuerzo, el jugo industrial en la merienda y un trago de aguardiente en la celebración. Sin embargo, cada vez hay más estudios que revelan que algunas de estas bebidas, especialmente las azucaradas y alcohólicas, pueden aumentar el riesgo de desarrollar cáncer. Hablar de estos riesgos, basándonos en la mejor evidencia científica, ya no es una exageración, sino una llamada urgente a cuidar la salud pública.

El consumo de bebidas azucaradas en Colombia y su vínculo con el cáncer

En nuestro país, las bebidas azucaradas, como gaseosas, jugos industriales y refrescos, se consumen a diario y en grandes cantidades. Según cifras recientes, más del 67% de la población colombiana toma estas bebidas con frecuencia. Lo preocupante es que cada vez hay más evidencia de que este hábito tan normalizado incrementa considerablemente el riesgo de sufrir enfermedades como diabetes, obesidad y, especialmente, varios tipos de cáncer.

Un estudio publicado en 2019 encontró que consumir solo un vaso pequeño (100 ml) de una bebida azucarada al día eleva el riesgo general de cáncer en un 18% y el de cáncer de mama en mujeres en un 22%. Este efecto ocurre incluso en personas con peso normal. El problema no se limita al azúcar: los aditivos y colorantes de estos productos también pueden dañar el cuerpo a largo plazo. En una sociedad donde el consumo de gaseosas y jugos procesados sigue creciendo, estas cifras prenden las alarmas.

Evidencia científica que relaciona las bebidas azucaradas con el cáncer

Investigaciones internacionales y locales coinciden: el alto consumo de azúcar añadido podría estar directamente vinculado a un mayor riesgo de cáncer colorrectal, de mama y de próstata. Según estudios recientes aplicados en Colombia y América Latina, la relación no se limita solo al exceso de peso: personas que no son obesas pero toman azúcares añadidos en exceso igual presentan más riesgo.

La clave está en la carga glucémica que generan estas bebidas, forzando el páncreas y elevando los niveles de insulina más allá de lo natural. La consecuencia, a largo plazo, es la favorecimiento de procesos que pueden activar el desarrollo de células cancerosas, especialmente en órganos como el colon y la mama. Además, el consumo de bebidas azucaradas en adolescentes y jóvenes colombianos va en aumento, lo que podría tener consecuencias serias en el futuro cercano.

Impacto de los aditivos, colorantes y azúcares en el organismo

El azúcar que abunda en estos productos no actúa solo: aditivos artificiales y colorantes como el caramelo IV y tartrazina se investigan por sus posibles efectos cancerígenos. Con frecuencia, estos componentes provocan respuestas inflamatorias y estrés oxidativo en las células. Los estudios muestran que tomar un solo vaso diario de gaseosa ya aumenta en un 30% el riesgo de padecer algún tipo de cáncer.

La combinación de azúcar y aditivos sobrecarga el hígado, altera la flora intestinal y daña el ADN celular. A diferencia de los jugos naturales o el agua, las bebidas industriales tienen una carga química que dificulta que el organismo se recupere. A medida que estos hábitos se mantienen, los daños a largo plazo pueden ser irreversibles, abriendo la puerta a enfermedades crónicas y, especialmente, al cáncer.

Bebidas alcohólicas tradicionales y su relación con el cáncer en Colombia

En Colombia, el aguardiente, ron y bebidas fermentadas como la chicha han estado presentes en celebraciones y reuniones desde hace siglos. El problema surge cuando el consumo supera lo ocasional y se convierte en algo frecuente. La Organización Mundial de la Salud clasifica al alcohol etílico como carcinógeno del grupo 1, es decir, hay evidencia sólida de que es una sustancia que puede producir cáncer en humanos.

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Los tipos de cáncer más relacionados con el alcohol son los de cabeza y cuello (boca, garganta, esófago), hígado, colon y mama. A nivel molecular, cuando consumimos alcohol, el cuerpo lo descompone en acetaldehído, una sustancia tóxica que daña directamente el material genético de las células. Además, el alcohol incrementa el nivel de estrógenos, creando el ambiente perfecto para el desarrollo de ciertos cánceres como el de mama.

Cómo el alcohol favorece el desarrollo de cáncer

El daño ocurre desde el primer trago. El acetaldehído generado en el metabolismo del alcohol puede romper las cadenas de ADN, y si no se repara, la célula puede reproducirse con errores que generan tumores. Además, el alcohol afecta la capacidad del cuerpo de absorber nutrientes esenciales, como el ácido fólico, necesario para evitar mutaciones genéticas. Incrementa también las hormonas que facilitan el crecimiento de tumores, especialmente en mujeres.

Sumado a esto, el consumo combinado de alcohol y tabaco multiplica el riesgo. El cuerpo queda expuesto al doble de compuestos dañinos, y las probabilidades de cáncer de boca, faringe y laringe suben considerablemente. Incluso el «consumo moderado» se ha puesto en duda, ya que la evidencia muestra que no hay un nivel seguro de consumo de alcohol para la prevención del cáncer.

Situación actual del consumo de alcohol y cáncer en Colombia

Según datos recientes, el consumo de alcohol en Colombia sigue siendo elevado, especialmente en jóvenes y mujeres. El aguardiente y el ron encabezan la lista de bebidas más elegidas en fiestas y celebraciones tradicionales. De acuerdo con la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), el 4% de los diagnósticos de cáncer en el mundo están relacionados directamente con el consumo de alcohol, cerca de 740 mil casos al año.

En nuestro país, los cánceres de cabeza y cuello, hígado y mama han visto aumentos en su incidencia, lo cual coincide con la alta prevalencia de consumo de alcohol. Las poblaciones más vulnerables, como los jóvenes de zonas urbanas y rurales, están en riesgo, y el impacto social y económico de estas enfermedades sigue en crecimiento. Políticas públicas como los impuestos a bebidas alcohólicas y campañas de advertencia han empezado a tomar fuerza, pero los retos siguen siendo enormes.

La evidencia muestra que las bebidas azucaradas y alcohólicas representan los mayores factores de riesgo de cáncer entre las bebidas populares en Colombia. La costumbre de acompañar cada comida con una gaseosa o celebrar con aguardiente podría parecer inofensiva, pero los datos científicos dicen lo contrario. Cambiar estos hábitos de consumo no solo puede prevenir enfermedades, sino que protege a futuras generaciones.

Reflexionemos sobre el impacto de cada sorbo y busquemos alternativas más sanas en el día a día. A largo plazo, reducir el consumo de azúcares, aditivos y alcohol es una de las decisiones más importantes para el bienestar propio y el de quienes nos rodean. La salud pública depende tanto de las políticas como de las decisiones personales. Hoy, más que nunca, está en nuestras manos elegir mejor.

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Maria G.

Periodista desde 2016, colaboro con Noticias24Colombia en temas de actualidad, como periodista independiente. Mi deseo es ayudar a que los temas de salud sean accesibles para todos.

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