El plan perfecto que falló: así fue el intento de asalto al Banco de la República en Santa Marta
Un grupo criminal con experiencia, uniformes falsos, vehículos clonados y meses de preparación. Pero un error —uno solo— bastó para arruinarlo todo.

En Santa Marta, la noche del 1 de octubre transcurrió como cualquier otra hasta que una escena sacada de una película de atracos interrumpió la normalidad del centro histórico. Cuatro hombres con uniformes de transporte de valores, respaldados por vehículos similares a los de la empresa Brinks, intentaron ejecutar un robo millonario en una instalación del Banco de la República. El plan parecía infalible. Pero no lo fue.
Una operación quirúrgica… y fallida
Según fuentes oficiales, los delincuentes ingresaron sin levantar sospechas aparentes al edificio donde Brinks opera dentro de un local arrendado por el Banco de la República. Pasaron el primer filtro: vestían como personal de seguridad y llevaban un camión adaptado para parecer legítimo. Su destino: la zona restringida de movimiento de valores. Sin embargo, el personal del lugar detectó irregularidades y activó el protocolo de seguridad.
En cuestión de minutos, el sitio fue rodeado por la Policía Nacional. El grupo, al verse descubierto, se atrincheró. Comenzó una situación tensa que duró poco, pero que paralizó al corazón de Santa Marta durante más de dos horas.
A las 9:55 de la noche, las autoridades ingresaron con precisión milimétrica. No hubo balas. No hubo heridos. Sí hubo capturas: los cuatro integrantes del intento de asalto fueron reducidos dentro del local.
¿Una banda con tentáculos en la Costa Caribe?
La historia no termina ahí. La operación desplegada por las autoridades reveló que este no era un grupo cualquiera. De manera paralela, otros tres presuntos integrantes fueron detenidos cerca del lugar. Y tres más fueron interceptados en El Rodadero, en posesión de herramientas de corte, placas falsas y un segundo vehículo involucrado en el plan.
En total, diez capturados. Algunos tienen antecedentes por homicidio, porte ilegal de armas, hurto agravado y concierto para delinquir. Todos, según la investigación, estaban bajo el liderazgo de un hombre conocido como alias “Cabe”, un viejo conocido de las cárceles de Cartagena, recientemente liberado.
De acuerdo con la información recabada por inteligencia, la banda habría operado durante meses entre Cartagena y Barranquilla para planear este golpe. Las autoridades sospechan que contaban con información interna de la empresa de seguridad, lo que explicaría su precisión logística. No obstante, hasta ahora no se ha confirmado la participación de personal vinculado a Brinks.
Ecos del pasado: ¿otro “robo del siglo”?
Las comparaciones son inevitables. Muchos en redes sociales recordaron el célebre robo de Valledupar en 1994, cuando un grupo de delincuentes accedió a las bóvedas del Banco de la República en una operación que les dejó un botín de más de 24.000 millones de pesos (de entonces). Esta vez, el guion parecía similar, pero con final distinto.
Se especula que, de haber tenido éxito, el robo de Santa Marta habría superado los 100.000 millones de pesos. Las autoridades, sin embargo, no han confirmado esa cifra.
Los elementos incautados —armas, vehículos, herramientas de apertura— hacen pensar en una operación financiada y planificada con antelación. Además, se investiga si la banda tendría vínculos con redes de sicariato y extorsión que operan en la región Caribe.
El teniente coronel Julio Alexander Beltrán Torres, comandante encargado de la Policía Metropolitana de Santa Marta, afirmó: “Este era un grupo organizado, con experiencia criminal y con antecedentes por delitos graves. No se trataba de improvisados”.
La Fiscalía General ya asumió el proceso judicial. Los capturados enfrentarán cargos por tentativa de hurto calificado, porte ilegal de armas, falsedad personal y otros delitos conexos. Se busca también determinar si los fondos de esta operación estaban destinados a alimentar otras estructuras ilegales.
Una lección para la banca y las autoridades
El intento de robo dejó en evidencia un hecho clave: incluso los sistemas de seguridad más robustos pueden verse comprometidos si hay una filtración interna. En este caso, la intervención oportuna del personal y la reacción de la Policía evitaron lo que pudo ser una tragedia o un escándalo financiero de proporciones históricas.