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Diez riesgos para la salud del consumo excesivo de alcohol

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Beber con frecuencia y en exceso es malo para la salud. El alcohol puede tener un impacto en todos los sistemas del cuerpo. La cantidad de alcohol consumida, los factores genéticos, el sexo, la masa corporal y el estado de salud general influyen en la reacción de la salud de una persona ante el consumo excesivo y crónico de alcohol. Sin embargo, los estudios demuestran sistemáticamente que, en general, el consumo excesivo de alcohol es perjudicial para la salud y una de las principales causas de muerte evitable.

Cuando el cuerpo absorbe más alcohol del que puede metabolizar, el exceso se acumula en el torrente sanguíneo. El corazón hace circular el alcohol de la sangre por todo el cuerpo, provocando cambios en la química y las funciones normales del organismo. Incluso un solo episodio de consumo excesivo de alcohol puede provocar un deterioro importante del organismo, daños o la muerte. Con el tiempo, el consumo excesivo de alcohol puede provocar el desarrollo de muchas enfermedades crónicas y otros problemas de salud graves. Se ha descubierto que el alcohol contribuye a al menos 60 problemas de salud diferentes.

Veamos los diez efectos más comunes del consumo excesivo de alcohol.

Algunos datos sobre el consumo excesivo crónico de alcohol

La definición de consumo excesivo de alcohol es de ocho o más bebidas a la semana para las mujeres, y de 15 o más para los hombres.

Cualquier consumo de alcohol por parte de una mujer embarazada es un consumo excesivo. El consumo de alcohol está asociado a la delincuencia violenta.

Las personas que empiezan a beber antes de los 15 años tienen cinco veces más probabilidades de convertirse en dependientes del alcohol que las que empiezan a beber a los 21 años o más.

  1. Accidentes y lesiones

El consumo de alcohol en cualquier cantidad está relacionado con accidentes de tráfico, violencia doméstica, caídas, ahogamientos, accidentes laborales, suicidios y homicidios.

La capacidad de conducción puede verse mermada por una sola copa, y una persona que bebe en exceso es probable que sufra lesiones más graves en un accidente. El consumo crónico o excesivo de alcohol supone un enorme riesgo para la salud. El consumo excesivo de alcohol, ya sea en una sola ocasión o durante un periodo de tiempo prolongado, puede provocar daños físicos graves e irreversibles. Ninguna pauta de consumo de alcohol está completamente exenta de riesgos, y no existe ningún método fiable para predecir cómo y cuándo una persona sufrirá las consecuencias de un consumo excesivo crónico.

  1. Enfermedades del hígado

El consumo excesivo de alcohol puede afectar a muchos sistemas del organismo. El alcohol se metaboliza principalmente en el hígado, por lo que éste es especialmente vulnerable a los daños.

El cuerpo metaboliza el alcohol en acetaldehído, una sustancia tóxica y cancerígena. La enfermedad hepática alcohólica está influida por la cantidad y la duración del abuso de alcohol. El consumo crónico y abundante de alcohol es un riesgo importante para su desarrollo. El consumo excesivo de alcohol aumenta significativamente el riesgo de padecer hígado graso alcohólico, una consecuencia temprana y reversible del consumo excesivo de alcohol. El consumo crónico de alcohol altera el metabolismo de la grasa hepática y el exceso de grasa se acumula en el hígado.

Otros efectos sobre el hígado son la inflamación a largo plazo, llamada hepatitis alcohólica. Esto puede conducir a la formación de tejido cicatricial. En un período de años a décadas, la cicatrización puede invadir completamente el hígado, haciéndolo duro y nodular. Esto se llama cirrosis. Si el hígado es incapaz de realizar sus funciones vitales, se produce un fallo multiorgánico y la muerte. Los síntomas suelen aparecer cuando ya se han producido daños importantes.

  1. Osteoporosis

El consumo excesivo y crónico de alcohol, especialmente durante la adolescencia y la juventud, puede afectar significativamente a la salud de los huesos y aumentar el riesgo de desarrollar osteoporosis, con pérdida de masa ósea, en etapas posteriores de la vida. La osteoporosis aumenta el riesgo de fracturas, especialmente del fémur proximal de la cadera. El alcohol interfiere en el equilibrio del calcio, la producción de vitamina D y los niveles de cortisol, lo que se suma al posible debilitamiento de la estructura ósea. Las personas que beben en exceso tienen más probabilidades de fracturarse una vértebra que las que no lo hacen. El consumo de grandes cantidades de alcohol en la adolescencia aumenta el riesgo de osteoporosis más adelante.

  1. Pancreatitis

El consumo excesivo de alcohol puede provocar pancreatitis, una dolorosa inflamación del páncreas que a menudo requiere hospitalización. La inflamación está probablemente relacionada con la activación prematura de las proenzimas pancreáticas y la exposición crónica al acetaldehído, así como con otra actividad química en el páncreas causada por el daño del alcohol. Alrededor del 70% de los casos de pancreatitis se dan en personas que consumen regularmente grandes cantidades de alcohol.

  1. Enfermedades del corazón y salud cardiovascular

El peso puede provocar la hipertensión arterial al desencadenar la liberación de ciertas hormonas que hacen que los vasos sanguíneos se estrechen. Esto puede tener efectos adversos en el corazón.

El consumo excesivo de alcohol se ha relacionado desde hace tiempo con múltiples complicaciones cardiovasculares, como la angina de pecho, la hipertensión arterial y el riesgo de insuficiencia cardíaca. La apoplejía es una complicación potencialmente mortal de los excesos de alcohol. Las fluctuaciones de la presión arterial y el aumento de la activación de las plaquetas son habituales durante el periodo de recuperación del organismo tras una borrachera. Esta combinación letal aumenta el riesgo de ictus isquémico.

  1. Cáncer

El consumo crónico de alcohol puede aumentar el riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, como los de boca, esófago, laringe, estómago, hígado, colon, recto y mama. El acetaldehído y el propio alcohol contribuyen al aumento del riesgo. Las personas que fuman tabaco además de beber tienen un mayor riesgo de padecer cáncer del tracto gastrointestinal superior y del tracto respiratorio.

  1. Disfunción del sistema inmunitario

El consumo excesivo de alcohol debilita el sistema inmunitario, haciendo que el cuerpo sea vulnerable a las enfermedades infecciosas, como la neumonía y la tuberculosis. El alcohol provoca cambios en los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas. El alcoholismo puede provocar una disminución del número de glóbulos blancos. Esto ocurre porque se suprime la producción de glóbulos blancos del organismo y las células quedan atrapadas en el bazo. Cada episodio de consumo excesivo de alcohol reduce la capacidad del organismo para combatir la infección. La exposición a grandes cantidades de alcohol y el consumo excesivo crónico tienen un efecto negativo en la producción y la función de los glóbulos blancos a lo largo del tiempo. El riesgo de neumonía, tuberculosis, infección por VIH y otras enfermedades será mayor.

  1. Úlceras y problemas gastrointestinales

El consumo excesivo de alcohol puede causar problemas en el sistema digestivo, como úlceras de estómago, reflujo ácido, acidez e inflamación del revestimiento del estómago, conocida como gastritis. Cuando el alcohol pasa por el tracto digestivo, comienza a ejercer sus efectos tóxicos. Los daños en el sistema digestivo también pueden provocar peligrosas hemorragias internas debido al agrandamiento de las venas del esófago asociado a la enfermedad hepática crónica. El alcohol interfiere en la secreción de ácido gástrico. Puede retrasar el vaciado gástrico y perjudicar los movimientos musculares de todo el intestino. El tracto gastrointestinal sufre un daño considerable a causa del alcohol.

  1. Daño cerebral

El alcohol se asocia con una visión deteriorada, lapsos de memoria, dificultad para hablar, dificultad para caminar y lentitud de reacción. Todos estos síntomas se deben a sus efectos en el cerebro. Altera los receptores y neurotransmisores del cerebro e interfiere en las funciones cognitivas, el estado de ánimo, las emociones y las reacciones de la persona a muchos niveles.

Como el alcohol es un depresor del sistema nervioso central (SNC), provoca dificultades para procesar la información y resolver problemas sencillos. El efecto del alcohol sobre los receptores de serotonina y GABA puede provocar cambios neurológicos que pueden reducir el miedo normal de una persona a las consecuencias de sus propios actos, lo que contribuye a un comportamiento violento o de riesgo. El alcohol también altera la coordinación motora fina y el equilibrio, lo que a menudo provoca lesiones por caídas. El consumo excesivo de alcohol puede provocar «lagunas mentales» o la incapacidad de recordar acontecimientos. El consumo excesivo de alcohol a largo plazo puede acelerar el proceso normal de envejecimiento del cerebro y provocar una demencia temprana y permanente. Hasta los 24 años, el cerebro sigue desarrollándose. Por lo tanto, los adultos jóvenes son especialmente vulnerables a los efectos nocivos del alcohol.

  1. Desnutrición y deficiencias de vitaminas

El consumo disfuncional conduce a la desnutrición y a la carencia de vitaminas. Esto puede deberse en parte a una mala alimentación, pero también a que los nutrientes no se descomponen adecuadamente. No se absorben adecuadamente en el torrente sanguíneo desde el tracto gastrointestinal y no son utilizados eficazmente por las células del organismo. Además, la capacidad del alcohol de alterar la producción de glóbulos rojos por parte de la médula ósea y de provocar hemorragias por úlceras gástricas puede conducir a la aparición de anemia ferropénica.

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Maria G.
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