25 años han pasado desde el crimen de Jaime Garzón
El periodista y humorista fue silenciado en medio de una escalada violenta que se apoderó del país
El asesinato de Jaime Garzón, uno de los periodistas y humoristas más influyentes de Colombia, es uno de los episodios más oscuros en la historia del país. Su fallecimiento, ocurrido en Bogotá el 13 de agosto de 1999, fue un golpe no solo para el periodismo sino para la sociedad en general.
Garzón, conocido por su aguda crítica política y su capacidad para abordar los temas más complejos con un humor mordaz y satírico, fue as3sinado en circunstancias que aún hoy resuenan en la conciencia colectiva del país.
Las balas contra Jaime Garzón
La mañana del 13 de agosto de 1999, Jaime Garzón se dirigía a su lugar de trabajo en Radionet, una emisora de noticias en la que se desempeñaba como comentarista. Como de costumbre, salió de su casa temprano en su camioneta, un vehículo que ya formaba parte de su rutina diaria.
A las 5:45 a.m., cuando se encontraba en una esquina de la avenida calle 26 con carrera 42, en el barrio Quinta Paredes, a pocas cuadras de la emisora, dos sicarios en motocicleta lo interceptaron. Uno de ellos, sin mediar palabra, le disparó cinco veces, impactándolo en la cabeza y el pecho. Falleció instantáneamente.
El crimen fue ejecutado con una precisión escalofriante, propia de un crimen premeditado y profesional. Los sicarios huyeron rápidamente del lugar, y a pesar de la presencia de algunos testigos, el ataque fue tan repentino que nadie pudo reaccionar a tiempo.
El caso Garzón fue considerado un homicidio político, motivado por las posturas que el periodista y humorista había asumido en su carrera, particularmente en los últimos años. Él no solo se dedicaba al humor y a la crítica social; también jugó un papel crucial en la mediación de conflictos armados y en la liberación de secuestrados, un tema extremadamente delicado en un país que sufría las consecuencias de la violencia de grupos armados ilegales.
Las investigaciones posteriores al crimen de Garzón revelaron una red de complicidades y encubrimientos que involucraban a sectores del Estado, grupos paramilitares y actores del narcotráfico. En 2004, un tribunal condenó a 40 años de prisión al exsubdirector del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), José Miguel Narváez, por su papel en la instigación del asesinato. Narváez, conocido por sus estrechos vínculos con grupos paramilitares, fue señalado como uno de los responsables de incitar a Carlos Castaño, líder de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), a ordenar el sicariato.
El legado de Jaime Garzón perdura. Su trabajo como periodista, humorista y defensor de los derechos humanos continúa siendo una inspiración para muchos en Colombia y en toda América Latina. Él sigue siendo recordado como una voz crítica, valiente y comprometida con la verdad, cuyo asesinato no logró silenciar el mensaje de justicia y paz que defendió hasta el final de sus días.
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